domingo, 16 de enero de 2011

Dia 17 de Enero, San Antón.

Cuentan que al pobre Macario,
campesino bonachón,
le dieron por donación
de su tío Don Mariano,
un magnífico marrano
el día de San Antón.

Sin saber cómo matarlo,
preguntó en el vecindario
por un buen veterinario
que le diera información,
sobre cómo liquidarlo
y obtener mejor jamón.

Pero al ver cuánto costaba
casi se asusta Macario,
y el muy astuto pensó
que en cambio el señor Notario,
hombre de gran formación,
cobraba del público erario.

Y allí que se fue Macario,
con la mejor intención,
habló con el Notario,
y planteóle la cuestión.

Mencionó la donación
de su tío Don Mariano,
y que el problema primario
era su liquidación,
omitiendo, por respeto,
que en este caso, el objeto,
no era otro que un marrano.

Y así fue que el Notario supuso
que el objeto transferido,
pero de nombre omitido,
sería un inmueble en uso,
y empezó el malentendido.

Le informó, como es su oficio,
que para mejor liquidarlo
era bueno catastrarlo,
deslindarlo, registrarlo,
incluso inmatricularlo,
y que también, a su juicio,
podría autoliquidarlo
que resulta más frecuente,
pues tenía facultades que estimaba suficientes.

Macario quedó perplejo
ante tan sabio consejo,
aunque un poquito confuso
por las palabras en uso.
¡Cuántas cosas le habían dicho
que debía hacerle al bicho!

Pero sí grabó en su mente
de cazurro poco lerdo,
que antes de matar al cerdo
era, efectivamente,
muy importante castrarlo.

Siguió, pensando con tino,
que aún no faltando razones,
algo sí que le faltaba:
lo que al cerdo le sobraba
(y este verso lo elimino).

1 comentario:

  1. Hola, Imper. Oye, qué rima tan estupenda, suena muy bien (incluso leído por el sintetizador de voz).
    Un abrazo fuerte.

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