domingo, 24 de enero de 2010

Jodido.


Iba un hombre caminando por la selva, cuando de pronto lo rodea un grupo de salvajes caníbales, con no muy buenas intenciones.


- ¡Estoy jodido! - dijo el hombre al verse acorralado.


En eso, el cielo se abre, aparece un rayo de luz y se escucha una voz profunda que le dice:


- ¡No, todavía no, prueba a quitarle la lanza al jefe caníbal y clavársela a su hijo en el corazón!


Entonces, el hombre pelea con el jefe caníbal, le quita su lanza y se la clava en el pecho al hijo, que estaba junto a él, y que cae muerto en el acto, ante el asombro de todos los caníbales.


El hombre mira al cielo, y se vuelve a escuchar la voz:


- ¡Ahora! ¡Ahora sí que estás jodido!

domingo, 17 de enero de 2010

Una mala situación puede empeorar.


Dos sujetos entran en un apartamento pequeño, caliente y húmedo, arrastrando por los brazos a un muchacho flaco y debilucho. Dentro está Big Leroy, un negro enorme, sudoroso, hediondo, con cara de pocos amigos, un palillo en la boca, limpiándose las uñas con un machete de cortar cocos. Uno de los hombres dice:

- Oye Big Leroy, el jefe ha mandado que te folles a este sujeto. Dice que es para que aprenda a no querer hacerse el valiente con la gente del barrio.

El muchacho grita desesperado e implora perdón. Pero Leroy apenas asiente con la cabeza, ignorando los lamentos del chico.

- Dejadlo ahí en ese rincón, ya me encargo yo de ese hijo de puta dentro de un momento.

Cuando los dos hombres salen, el muchacho dice:

- Sr. Leroy, por favor, no me haga eso, déjeme ir que yo no le diré a nadie que usted me ha dejado ir sin castigo.

- ¡Cállate la boca y quédate quieto ahí! -le responde Big Leroy.

Cinco minutos después, llegan los dos hombres arrastrando otro individuo.

- Big Leroy, el jefe ha mandado que le cortes a este elemento las dos piernas y que le saques los ojos para que aprenda a no llevarse el dinero del jefe.

- Dejadlo también ahí en ese rincón, que ya resuelvo yo ese asunto -contesta con voz grave Big Leroy.

Poco después llegan los mismos hombres, arrastrando a un tercer muchacho.

- Big Leroy, el jefe ha dicho que a éste tipo le cortes los cojones y el pito, para que aprenda a no meterse nunca mas con la mujer del jefe. ¡Ah!, ha dicho que también le cortes la lengua y todos los dedos para que no haya la mas mínima posibilidad que pueda tocar otra mujer en su vida.

- Ya resuelvo yo eso. Ponlo allí en el rincón junto a los otros dos hijos de puta -contesta Leroy con voz más grave aún.

Cuando se retiran los tipos, el muchacho que había llegado primero, dice entonces en voz baja:

- Señor Leroy, con todo respeto, sólo para que usted no se vaya a confundir, yo soy al que hay que follarse... ¿eh?

Moraleja: Dependiendo de la situación en que te encuentres, que te den por culo, puede  ser incluso buena suerte.

jueves, 14 de enero de 2010

Nativo de la Capadocia.



Remigio Cortillo estaba parado, rebuscando entre los letreros del portal de un enorme edificio. Quería consultar a un especialista.

-A ver, Ramirez Malasaña - Abogados, J. Ricote - Notaría, Dr. Piñero - Dentista, Asuntos Sociales - Matamoros, Dr. Castro – Urólogo, aquí es.

Cortillo subió hasta el 2º-2ª y tocó el timbre. Lo recibió un señor seco, con un bigote que le llegaba hasta la barba.

-Buenas tardes, caballero.

-Buenas tardes, doctor.

-¿Qué se le ofrece?

-Venía a hacerle una consulta médica.

-Muy bien, yo soy médico. ¿Tiene hora concertada?

-No, no sabía que hubiese que pedir hora.

-Pues sí, hay que pedirla. ¿Qué hora quiere pedir?

-Hombre, yo, si pudiera ser, querría pedir ésta de ahora mismo.

-Concedida, pase a mi despacho.

Entraron ambos y el Dr. Castro le ordenó bajarse los pantalones y los calzoncillos. Cortillo se quedó en bolas y se sentó en un taburete de rejilla, frente a la mesa. Desde el otro lado, en un magnífico butacón, el galeno miraba al paciente.

-¿Y bien?, usted  me dirá.

-1,80 aproximadamente.

-Yo soy más alto que Vd. y no voy por ahí presumiendo, pero lo que quiero es  que me diga a qué ha venido.

-Yo desearía hacerme una vasectomía y he venido a que me informe de los detalles, en qué consiste, etc.

-Mire: la vasectomía, técnicamente llamada capación clínica, es un sistema anticonceptivo generalmente masculino y difícilmente reversible, con lo cual el hombre que se quiere someter a ella lo debe de tener muy claro y meditado. ¿Usted lo ha pensado a fondo?

-Yo sí, lo llevo cavilando las 24 horas del día y las 24 de la noche. Por las tardes no, que me echo una siesta.

-Muy bien, así me gusta. Será usted un estupendo capón.

-Oiga doctor, y mi mujer, ¿podrá seguir teniendo hijos?

-Sí, sí, naturalmente, su señora no se verá afectada; de hecho tal vez ninguno de sus hijos sea de usted, y seguro que ninguno de los próximos.

-Ah, pues en eso no había caído yo. Pero de todas formas estoy seguro de mi decisión.

-Hombres como usted quedan pocos, amigo. Me está impresionando su entereza. Es usted más moderno que Johan Strauss.

-¿El músico de los valses?

-No, el torero de Cartagena.

-Me halaga usted, Dr. Castro.

-Vamos chico, no me ruborice. A ver, deje que le palpe los cataplines. Soy un figura tocando huevos.

-Toque, toque ese huevo sin miedo. Al lado hay otro.

-Hummm, muy bien descendidos en el escroto, muy parejos... Tiene usted unos cojones para enmarcar, Sr. Cortillo.

-Gracias, gracias, es usted muy amable. Oiga, a todo esto, ¿la vasectomía duele mucho? Debe de haber practicado cientos, ¿no?

-En efecto, así que esté tranquilo, jamás me dolió ninguna.

-Eso me relaja.

-Bueno pues, amigo Cortillo, tiéndase en la camilla y procedamos a su hara-kiri testicular.

-¿Así esta bien?

-Perfecto. Bueno, veamos, hábleme de su pasado, retrotráigase a pasajes placenteros de su vida. Por cierto, ¿cuántos años tiene?

-Varios. Pero oiga, ¿es que no piensa anestesiarme?

-No, yo lo hago por sugestión hipnótica; por eso debe hablarme de su pasado, mientras le voy rebanando.

-Es que a mí siempre me cuesta mucho hablar de mi pasado, porque yo tengo, aquí donde me ve, un oscuro pasado.

-¿Cómo de oscuro?

-Negro zaíno.

-Bonito color. Combina con el fucsia esmeralda para un traje de luces. Pero, bueno, si no su pasado, cuénteme otra cosa para que no le duela.

-Bien, le contaré el pasado de un tío abuelo mío que se llamaba Luis igual que yo.

-¿Pero usted no se llamaba Remigio?

-Vale, pues yo me llamo Remigio igual que él.

-¿Que quién?

-Que mi tío Luis. ¿No está usted atento a lo que le digo, o qué?

-Hombre, Luis Remigio, yo estoy haciendo ver que le escucho, pero en realidad ya le estoy operando hace rato. Y si me desconcentro, lo mismo en vez de las orejas cortamos el rabo.

-Lo veo yo a usted muy taurino.

-Es que mi padre que en paz descanse, fue una figura en el arte de la tauromaquia. Llegó a ser subalterno de un banderillero. Todo un prodigio.

-Vaya suerte. Yo de pequeño quería ser eso.

-¿Matador de toros, diestro, picador, cabestro?

-No, prodigio, niño prodigio.

-Ah, claro, y se quedó en niño Remigio.

-Sí, como mi tío Luis. Por cierto, cuando ya sea más estéril que un ladrillo, ¿no se me aflautará la voz?

-En absoluto. Podrá usted seguir teniendo los graves de un barítono.

-Pero, ¿y si algo sale mal?

-Pues será usted soprano, que también se llevan un buen sueldo.

-!Pijo! Ahora que habla de dinero, no le he preguntado cuánto me va a costar la broma.

-No se preocupe por eso, ni se va a dar cuenta del pago. Doy muchas facilidades. Puede entregarme 300 en billetes ahora mismo, y para el resto tiene varias opciones, en metálico, al contado, a tocateja o en efectivo. Usted elige.

-Ah, es un alivio. Oiga, ¿y podré seguir trabajando con normalidad, o deberé guardar reposo?

-¿De qué trabaja usted?

-De mozo en un almacén de yunques; oficio claramente en receso.

-Pues podrá continuar mañana mismo con sus labores, eso sí, encorvado y blasfemando.

-A propósito doctor, ¿es usted casado?

-Yo no, pero mi esposa sí, varias veces.

-Yo es que si me caso ha de ser o por amor o por si acaso. Y ¿tiene hijos?

-Sí, dos, uno pequeño y otro más pequeño.

-¿Y es cierto que los hijos pequeños tienen celos de los menores?

-Suele pasar, pero en mi caso no, porque el menor es de tres años y el pequeño de siete centímetros.

-!Qué bello es ver a una familia unida por los vínculos afectivos y emocionales!

-No se crea, lo que une a la mía son las deudas.

-Bueno, doctor, ¿falta mucho aún?

-No, ya casi lo tenemos. Voy a dar unos puntitos de sutura. ¿Quiere aprovechar para que le borde algo, un angelito, una rosa...?.

-No porque ahí abajo sólo lo podría ver alguien que se escondiera en la taza del inodoro, o sea que...

-Si quiere le atravieso un hueso de pollo, como los que llevan en algunas tribus del Africa profunda puesto en la nariz.

-Tampoco, tampoco, que luego se rasca uno muy malamente y se le infectan los puntos.

-Buena observación, es usted un lince.

-¿Por lo sagaz?

-No, por lo del peligro de extinción.

-Doctor Castro, me mareo, todo me da vueltas, ¿qué pasa?

-Nada, no se alarme, está usted despertando de la anestesia y lleva un rato delirando.

-Ah, ¿ha sido el efecto de la anestesia? Pero, ¿no me dijo usted que esto se hacía con anestesia local?

-Sí, pero se me acabó la local y se la puse provincial, que cubre más área.

-Ese chiste es más viejo que Nefertiti.

-Ya, siempre lo digo. Lo cierto es que le puse anestesia en los genitales, pero como se ve que usted es de los que piensan con el pijo, el efecto le llegó hasta el cerebro.

-Ah, Si es por eso, bueno.

-Pues !hala!, señor Cortillo, ya se puede usted ir con su vasectomía nueva. Le he dejado que parece usted nativo de la Capadocia. Su señora estará orgullosa de su gesto.

-De hecho estoy separado. Ahora vivo con un compañero de trabajo. Verá cuando llegue a casa y le diga lo que acabo de hacer. !No se lo va a creer! Claro, como me tiene por tonto.

-Ya, ya...

-Es que ya estamos hartos de andar siempre con los dichosos preservativos.

miércoles, 6 de enero de 2010

Un chiste



Tres almas suben al cielo y San Pedro, que está en la puerta, les dice:

- Si no es por no dejaros entrar, pero es que aquí no cabe ni un alma. Bueno, una sí.

Las 3 almas se miran entre sí, como extrañados, y dice una:

- Bueno, ¿y qué hacemos?

San Pedro les contesta:

- Yo lo que hago en estos casos, es que cada alma me cuente cómo ha muerto, y quien haya muerto de la forma más increíble entra.

Va la primera alma y le cuenta:

- Yo hacía tiempo que sospechaba que mi mujer me ponía los cuernos, así que un día decidí llegar antes del trabajo para pillarle "in fraganti". Incluso decidí subir los 25 pisos andando para que no me oyeran llegar. Cuál fue mi sorpresa que me encontré a mi mujer en pelota picada tumbada en la alfombra, y la muy perra me dice que estaba haciendo gimnasia desnuda. Me empiezo a cabrear y a buscar al hijo de puta que se la estaba tirando. En esto que oigo como alguien está rascando en la ventana y  me encuentro a un tío colgado en la cornisa. Entonces cogí un bate de béisbol y le empecé a dar de ostias hasta que se soltó y cayó, pero el cabronazo tuvo tanta suerte que cayó encima de un toldo y rebotó a unos arbustos y se salvó. Yo desesperado cogí la nevera y se la tiré, con tan mala suerte que se me enredó en el pie el cable y caí detrás de la nevera.

San Pedro flipado le hace salir y hace pasar a la siguiente alma:

- Yo era un limpiacristales, con un gran futuro por delante, y un día que estaba limpiando los cristales de un piso 26, se me rompe una cuerda del andamio y caí, pero conseguí cogerme a la cornisa del piso de abajo. Empiezo a dar golpecitos a la ventana para ver si alguien me podía ayudar. En esto que me sale un tío con los ojos rojos de ira y me empieza a dar de ostias con un bate y a insultarme, hasta que caí. Menos mal que había un toldo que me hizo rebotar a unos arbustos. Cuando abro los ojos me veo como una nevera cae sobre mí con el tío detrás.

San Pedro, ya descojonado, le dice a la siguiente alma que pasara y que ya podía ser cojonuda su muerte que lo tenía difícil para entrar.

El alma le dice:

- Pues que me estaba tirando a la mujer de un amigo, cuando aparece éste y no se me ocurre otro sitio para esconderme que la nevera... 

viernes, 1 de enero de 2010

Presentación


Como digo en la descripción del blog, descojonarse, partirse el culo, mearse de risa, etc. son algunas de las definiciones de los efectos que causa en nosotros el humor. El buen humor, claro. Los chistes, relatos humorísticos, la ironía, el sarcasmo, etc. son algunas de las manifestaciones del humor.

Sin dar mas vueltas, se trata de un blog que tendrá que ver con el humor en cualquiera de sus manifestaciones. Espero que cause en vosotros alguno de los efectos indicados al principio.

Y para empezar con buen pie, allá va lo primero. Unos chistes variados, ya que el chiste es la máxima y mejor representación del humor. Espero que sigáis éste blog y disfrutéis con él.


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¡Vaya miedo que pasamos ayer!
¿Qué os pasó?
Mientras merendábamos en el campo, apareció un toro enorme, y si no es por mi cuñado hubiera ocurrido alguna desgracia.
¿Qué es lo que hizo tu cuñado?
Que le pegó 10 muletazos al toro.
Pero, ¿tu cuñado es torero?
No, es cojo.

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Pepe, ¿qué son esas bolitas negras que hay por el campo?
Cagadas de oveja.
¿Y esas grandes aplastadas?
Cagadas de vaca.
¿Qué árbol es ese tan alto?
No lo sé.
Joder tío, contigo sólo se puede hablar de mierda.

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Manolo, ¿Qué llevas en ese saco?
Estiércol para echárselo a la fresas.
¿Las has probado con nata?

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Oye Gabriel, el Pedro se ha suicidado.
Pobre chaval, ¿qué le habrá pasado por la cabeza?
Una bala.

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Mariano, ¿en qué termina hoy el cupón?
En N.

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Alberto, ¿tú te acostaste con tu novia antes de casarte con ella?
Yo, no. ¿Y tú?
Yo, sí. Pero perdóname tío, no sabía que se iba a casar contigo.

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Fíjate si habla mi mujer, que puede estar 4 horas hablando sobre cualquier asunto.
La mía, puede estar hablando 8 horas y no necesita asunto.

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Después de la discusión, mi mujer vino hacia mí de rodillas.
¿Y qué fue lo que te dijo?
¡Sal de debajo de la cama, cobarde!

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Iván, ¡que guapo estás! ¿Te has hecho la cirugía plástica?
No, mujer, es que en un accidente he perdido el dedo gordo del pie, y como tenía la nariz tan larga, me han injertado un trozo de ella en el pie.
¿Y, que tal lo llevas?
Fenomenal. Sólo tengo un problema, cada vez que estornudo se me sale la zapatilla

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Ayer iba yo por la calle, se desmayó una muchacha estupenda, le puse la oreja en el corazón.
¿Y latía?
La tía me arreó dos ostias que me dejó sordo.

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Guillermo, ¿por qué estás echando Reflex en la pared?
Es que el médico me ha mandado poner Reflex en el sitio en el que me di el golpe.

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Dos amigas, después de unos años, se encuentran.
¿Y tú que has hecho en estos años?
Me casé, entre otras cosas.
¡Anda! Yo también me casé.
¿Y qué tal te va la vida conyugal y sexual?
Muy mal, hija, porque mi marido es del Opus Dei, y unos días por el Opus y otros por el Dei, al final nunca hacemos nada en la cama.
¿Y a ti qué tal?
Pues, a mí muy bien, porque mi marido no para el tío. Es luterano, y unas veces por el útero y otras...

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¿Qué te ha pasado para ir tan vendado?
Calla, que la otra noche iba por la calle, me gritaron: ¡Cuidado con el agujero!, me tapé el culo y caí en un hoyo.

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¡Hala, ya podeis parar de reir, que se ha acabado!